Convertido en chiste y mofa pública, quedó el cuento del pajarito que se acercó al Presidente para hablarle sobre la Patria. Según ha dicho el interfecto, era -el eterno- que encarnado en una noble ave quiso enviar sus saludos, sus recuerdos. No sabemos sí solo habló. Sí yo fuese un líder de tamaña trascendencia, me encarnara por ejemplo en un pájaro carpintero, y a picotazo limpio le hubiese cantado algunas cosas a mi sucesor.
Hemos de reconocer que la anécdota tiene su gracia, escoger un ave para ese montaje fue incluso hasta decente, han podido inventarse una temible fiera o un bravío equino. Pero un pajarito, estuvo cursi, pero bien. Lo destacable es que se le permitió a ese pajarito hablar y expresarse libremente. Incluso se le reconoció su capacidad para enviar mensajes importantes para la buena marcha de la Revolución.
Contradictorio parece entonces la reciente postura del Ministerio Público, mientras desde lo más alto y desde el más allá, el Comandante envía mensajes a través de un pajarito, a la Fiscalía le interesa regular el contenido de las informaciones difundidas en las redes sociales, el Twiter por ejemplo, a saber; la red social del pajarito en este mundo terrenal.
Plantear y concretar esta regulación podría tener consecuencias variadas. Supondría un gran debate nacional. Es cierto el uso y abuso de algunas personas respecto a las informaciones que se publican en las redes sociales. No todos los usuarios actúan con prudencia en esta materia. Pero la culpa no es de la red. Una sociedad sin válvulas de escape para expresarse e informase libremente, busca desesperadamente los espacios para obtener datos de su entorno. Escuchar o leer las opiniones de sus iguales. Protestar, asentir, etc.
El monopolio informativo local genera la ansiedad por el saber de manera oportuna todo lo que nos sucede. La opacidad genera incertidumbre. Imaginemos –Dios nos proteja- que nos levantamos un día y estamos sordos y ciegos. Toda una vida disfrutando de la bendición de ver, distinguir y escuchar; y de un plumazo lo pierdes. No cabe duda que los primeros momentos son de angustia, de desesperación. Esa situación límite es el caldo de cultivo para quienes pescan en la incertidumbre. La solución no es ponerle un bozal al pajarito. En todos los países las autoridades tienen los mecanismos para ubicar a los abusadores de las redes y llevarlos a la justicia.
En nuestro caso, esta pretensión de la Fiscalía me suena más a una excusa para echar llave a uno de los pocos medios de expresión libre que quedan abiertos. Es una igualación a sociedades “revolucionariamente admirables”. En la actualidad por ejemplo, bloquean Youtube: Irán, Libia, China, Túnez, Turquía, y Turkmenistán. Twitter: Emiratos Árabes Unidos, China, Pakistán. Y Facebook: Malasia, China, Pakistán, Siria, Irán, Uzbekistán, Bangladesh y Vietnam.
Las justificaciones en esos países obedecen a multiplicidad de razones, religiosas en algunos casos. La mayoría políticas.
En Venezuela se está utilizando como justificación una abominable información publicada en estos días sobre el secuestro de niños. Censurable por demás. De ser falso todo aquello, busquen a los responsables, llévenlos a la justicia. Pero hasta ahí. ¿Regular las redes en nuestro país?, todos sabemos las verdaderas razones. Se le ve demasiado las costuras. No es nueva la “piquiña” que le causa a algunos que le “canten” directamente algunas verdades. ¡Pero como se hace!, así son los pajaritos. Libres para volar como nadie, libres para cantar como pocos. Cuidado y en un descuido derriban al pajarito equivocado.
Eudoro González – @EudoroGonzalez
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