El Amigo Camilo SinCensur@ (@Lamzelok) nos comparte la siguiente crónica después del triste fallecimiento de un vecino. Digno de leer y compartir, muchos hemos pasado por algo así.
"Yo pago lo que sea" - Crónica de una muerte anunciada.
Tal vez para muchas personas el Sr. a quien llamaré – por motivo de guardar su confidencialidad -“Vargas”; no es más que un nombre o un apodo desconocido. Una persona que para el resto de este país, no significa más que un número de cédula de identidad que engrosan la larga lista de expedientes en el SAREN.
Pero, para quienes lo conocimos en vida - entre ellos mi padre -. Fue un ser humano extraordinario. Un hombre sencillo, honrado con cara de niño y con una sonrisa a flor de piel a pesar de su edad, trabajador incansable, afable, respetuoso, preocupado por su esposa, sus hijos y sus nietos. En fin, un buen hombre de corazón de oro. Él junto a su familia había llegado a la urbanización donde yo vivo tras los trágicos acontecimientos sucedidos en el Estado Vargas en el año 1999. A donde, la naturaleza en cuestión de segundos le llevo en medio del lodo, de rocas y lágrimas todo el trabajo de su vida. Todos sus sueños e ilusiones. Dejándolo sin casa, sin trabajo y con una familia que mantener. Pero, a pesar de todo lo esto - hasta el día de hoy, 2.3.2015 – cuando Dios lo llamo a su presencia. El Sr Vargas asumió con el sabor amargo de las des venturanzas de la vida. El riesgo y reto como hombre de volver a reconstruir en otro sitio su vida y su hogar junto a los suyos. Y seguir, como siempre ayudando a sus hijos y sus nietos. Nietos, que estaba criando como sus propios hijos. Ese, era el señor “Vargas”.
No era un hombre de escándalos ni de problemas, no tomaba ni fumaba. Era un señor de casi ochenta años de edad, un anciano. Dispuesto siempre ayudar a los vecinos, a los amigos. Con una sonrisa – repito - difícil de olvidar, pese a verlo caminando siempre “apuraíto” por las calles de la Urbanización, a toda hora con una bolsa de comida o un mercado para su casa. O parado en la puerta de su vivienda una tarde, hablando con mi padre de cualquier tema con una taza de café; ó llegando a casa para avisarle a papá de repente del pago del Seguro Social. Como verán, no se trata de hombres ricos, ni de oligarcas, ni con bienes de fortunas; si no de hombres comunes y corrientes. Quienes con sus manos ayudaron como miles a construir una Nación con su trabajo honrado. De seres sencillos como la tierra donde nacimos. Que compartían a diario una vida cotidiana y un afectivo saludo.
En el día de hoy (ayer) con lágrimas en sus ojos, mi padre ha venido corriendo a mi casa para decirme: “Se murió Vargas, se murió mi amigo, mi vecino José Ángel”. Y eso es un golpe muy duro para mi padre, un hombre octogenario, canario, original de Tenerife nacionalizado venezolano. Con mirada y carácter fuerte pero con corazón noble. Papá no es hombre de estar rodeado de muchos amigos. Pero, sus palabras expresaban un dolor inmenso, un sentimiento genuino de tristeza, de amargura y de soledad. Que hablaban por si solas sobre la partida de su amigo del alma, de su pana, de su hermano de años, con quien compartía horas hablando sobre sus recuerdos cuando llegada por el puerto de La guaira a Venezuela, en el gobierno del presidente Medina con solo 11 años de edad y una maleta llena de esperanzas.
La muerte del Sr Vargas como toda muerte es dolorosa, trágica, difícil de asimilar entre las personas que lo conocimos. Porque su infarto pudo haber sido controlado a tiempo por los galenos. Si sus familiares no hubieran tenido la desgracia de “ruletearlo” con el perdón de la expresión “como un saco de papas” entre los CDI, el Seguro Social, clínicas privadas. A donde, en ningunas de las dependencias médicas – que antes mencione -. Ni siquiera contaban con insumos, ni con medicamentos indispensables, que le hubieran podido salvar la vida. Y prevenido de dos infartos posteriores más de forma sucesiva. Que hicieron imposible lograr estabilizarlo y salvarle la vida.
No voy a caer, en la tragicomedia política de señalar si el Sr Vargas era chavista o de posición. Sencillamente, era un ser humano, un ciudadano humilde, un venezolano quien tenía todo el derecho de vivir, de poder celebrar el mes que viene su cumpleaños y de tener una atención médica adecuada. Y más en un país a donde los ciudadanos estamos prácticamente sentados sobre una colosal riqueza, sobre millones de barriles de petróleo, sobre hierro, oro, diamantes, bauxitas, cobalto azul y cualquier cantidad de capitales. No es posible, que mientras que el gobierno gasta millones de euros en una exposición en Madrid en estos momentos. Los familiares del Sr Vargas, tuvieron que recorrer más de veinte (20) farmacias en busca de un medicamento que no conseguían, en medio de la angustia y la tensión del momento. Para terminar diciéndole a un expendedor farmaceuta: “véndame el medicamento si lo tienes yo pago lo que sea, pues es para mi padre…”. Y llegar posteriormente con el medicamento en mano a la clínica privada, a donde finalmente lo atendieron. Y recibir la noticia desoladora por parte del personal médico. Que ya era muy tarde para aplicar el medicamento. Porque el Sr Vargas ya había partido de este mundo terrenal.
Como católico, como hombre responsable y como venezolano. No puedo entender que mientras el Sr Maradona que vino a pasar unos días a Venezuela invitado por el gobierno nacional, tomando botellas de champagne Moet Chandot de casi 80 mil Bs, como ayer denunciaba el periodista Nelson Bocaranda. Y mientras este gobierno gastó 3.2 millones de euros en financiamiento al partido PODEMOS según se denunció ayer en El Nacional. Los hospitales, las clínicas no tengan las herramientas básicas para poder salvar vidas. Tal como lo denuncio el Presidente de la Sociedad de Clínicas Privadas y cuyo premio por tener el valor de hacer la denuncia públicamente. Fue una invitación “de cortesía” al Sebin. El mundo al revés.
Estamos mal, muy mal, en este país psiquiátricamente. Si aceptamos como lema Chavez Vive!! Cuando la realidad pública, notoria y comunicacional es que está muerto. Es una dicotomía. Pareciera que no comprendemos la enorme crisis que tenemos en las manos. No solo médica, sino moral y de principios ante todo. La cruda verdad es que “pareciera” que tenemos un total desprecio por el significado del valor de la vida. Porque, una cosa es que te echen un cuento y lo veas como algo lejano, algo que nunca te va a pasar. Pero, otra cosa, es que esta tragedia, esta crisis médica lo veas con tus ojos, en vivo y directo a menos de una cuadra de tu casa. Y más en un sitio, a donde por sus condiciones geográficas y por su soledad. No tienes muchos lugares a donde correr a la hora de una emergencia, y sencillamente te encuentras con las manos atadas. Por no decir, condenado a muerte.
Ojalá que pronto llegue ese nuevo amanecer en esta tierra. Sea con voto, con transición o lo que sea. Que nos permita despertar de este letargo que como ciudadanos que tenemos. Y que nuevamente podamos levantarnos ante la adversidad para reconstruir esta Nación. Y poder contar – entre otras cosas - como se merecen todos los ciudadanos venezolanos. Con un buen y magnifico y eficiente sistema de Salud, a donde podamos acudir y ser atendidos como nos merecemos. Haber metido al ciudadano Alcalde Mayor Antonio Ledezma preso, crear Visas para los norteamericanos, acosar y perseguir a los dirigentes de oposición, cerrar medios de comunicación, tratar de tapar las noticias del fallecimientos de estudiantes, etc. No solucionó ni solucionará la crisis que vivimos en este país ni le devolverá la vida al Sr. “Vargas”. Hoy, sus hijos lloran, su esposa – una señora casi octogenaria “llora” -, sus amigos lloran en medio del entierro su partida y nada pasa, todo sigue igual. Y ese inmenso dolor, y esa tragedia humana, amarga, visceral, destructiva que vivieron ayer desesperados los familiares del Sr Vargas en la calle buscando medicamentos. Creo, humanamente nunca se les va a olvidar y lo llevaran como un recuerdo una cicatriz en el alma. Como no se les va a olvidar a quienes vimos estas escenas de la vida real. En forma de una película en Vivo y Directo. Que en paz descanse, Sr Vargas. Y que tu sonrisa, sea el camino y el despertar de un nuevo amanecer. Que Dios te bendiga.
Abg. José A. Martin E.
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