Señor Maduro:
Que su incapacidad no sea motivo de terquedad.
Decido comenzar de esta manera con el 
fin de hacerle abrir un mundo de posibilidades a las que usted mismo se 
ha negado llámese por capricho, orgullo, ansias de poder, negligencia o 
cualquier otro motivo que no va más allá de la terquedad. Soy un 
ciudadano venezolano como usted dice ser y como millones podemos 
demostrarlo fácilmente, cosa que usted no ha hecho.
Nací y vivo en la revolucionada pero siempre bella San Cristóbal, ciudad
 en la que usted no se ha arriesgado si quiera a convocar una 
concentración en su apoyo, pero que ataca sin escuchar las peticiones 
del pueblo, porque al igual que su predecesor, notablemente nunca ha 
sido del agrado de la mayoría en este municipio olvidado por los 
“Políticos”. Las razones de dicho desagrado no serán desarrolladas en 
esta misiva, ya usted bien las conoce, pero es importante hacerle saber 
que a pesar del desacuerdo, lo reconocemos como la persona a quien el 
organismo encargado le dio el título de Presidente de la República; y es
 precisamente por esa razón que trato de llegar a usted directamente, y 
no a otros personajes a quienes por rumores (Fuertes rumores, o 
fuertísimos e innumerables rumores mejor dicho), deberíamos hacer llegar
 cualquier manifestación para que tomen decisiones en el rumbo del país.
Allí mismo comienza desde mi humilde punto de vista su incapacidad. Y para no pecar de ofensivo, he decidido citar la definición de la palabra según la Real Academia de la lengua Española:
(Del lat. incapacĭtas, -ātis).
1. f. Falta de capacidad para hacer, recibir o aprender algo.
2. f. Falta de entendimiento o inteligencia.
3. f. Falta de preparación, o de medios para realizar un acto.
4. f. Estado transitorio o permanente de una persona que, por accidente o enfermedad, queda mermada en su capacidad laboral.
5. f. Der. Carencia de aptitud legal para ejecutar válidamente determinados actos, o para ejercer determinados cargos públicos.
~ laboral.
1. f. Der. Situación de enfermedad o de 
padecimiento físico o psíquico que impide a una persona, de manera 
transitoria o definitiva, realizar una actividad profesional y que 
normalmente da derecho a una prestación de la seguridad social.
Con el concepto claro, continúo. Pues sus dotes demostradas en gestión abarcan ampliamente el concepto descrito. No tiene usted la mínima capacidad para tamaño responsabilidad que implica ser Presidente de una Nación.
 Como es vagamente conocido, su experiencia en el área laboral consta de
 aproximadamente siete años como conductor en la empresa Metro de 
Caracas, donde su gloria estuvo en formar parte del Sindicato de 
trabajadores, asignación que lo hizo llegar a la directiva de la 
organización, es decir, que un puesto de liderazgo para elevar la voz 
obrera, fue (según usted y los que votaron por usted en el ’99) 
suficiente mérito para participar en el diseño del máximo instrumento 
legal que rige la República. Ingenua decisión, aunque esperada, 
recordando que meses antes el mismo pueblo había elegido un golpista 
fracasado como presidente. Sin embargo, esa misma incapacidad, que 
obligatoriamente lo fue llenando de materia política, se convirtió en su
 mejor bastón de ascenso a la cumbre, pues es notable que sus únicos 
estudios (los marxistas), realizados en Cuba le facilitaron la cercanía a
 los hermanos Castro, a quienes hoy usted idolatra abiertamente, y que 
han fungido como sus mentores para suceder a Hugo Chávez porque al 
parecer usted sólo no habría tenido la capacidad.
Su historia completa no se la voy a 
contar, porque además de tantos capítulos oscuros que desconocemos, 
tampoco creo que sea tan incapaz como para no recordarla; sería redundar
 hablar de sus injerencias en Paraguay que concluyo en su calificación 
de persona “Non Grata”, sus negociaciones turbias con China para el 
fondo multimillonario que no alcanza hoy para recuperar la economía, las
 compras de armas a Rusia que han dado tanto de que hablar en materia de
 corrupción y miles de casos que si bien no podemos afirmar porque sería
 difamar al protegido, han sido foco de “Rumores” que empañan hasta el 
hastío la imagen de demócrata justo que tanto quiere hacernos creer en 
sus nuevas alocuciones obligadas, que por cierto, muy pocos ven porque 
la mayoría estamos en la calle protestando. Ni hablar de la FANB, que se
 ha doblegado humillando la otrora respetable institución castrense ante
 un simple partido político, y que por ende usted no es capaz de dirigir
 como comandante en jefe porque ya lo hacen los dirigentes del partido.
Qué vergüenza siento de tener un 
mandatario que en lugar de demostrar al oponente la  transparencia de su
 victoria electoral, se mofa de los que disentimos para desviar la 
atención de los que queremos que se cuenten los votos, de los que 
queremos elecciones manuales porque no confiamos en la señora Lucena que
 luce sin pudor el brazalete del 4F, de los que pedimos ver y 
autentificar su acta de nacimiento, y eso Sr. Maduro demuestra según el 
punto tres del concepto, que usted no tiene la capacidad para demostrar 
su legitimidad. Muy diferente a la “Legalidad” de la que goza, pues la 
ley en este país es una bola de plastilina con la que juegan en Cuba, 
pero la legitimidad se la da la confianza que no ha podido ganarse y que
 difícilmente alcanzará mientras siga actuando como un dictadorzuelo de 
cuarta.
Por el hecho de haber estado estos 
quince años adversando las decisiones y políticas del régimen al que 
usted pertenece, he llegado a pensar en momentos que es probable que yo 
no esté en lo correcto, pero basta ver cinco minutos de su mal léxico 
atiborrado de frases recién estudiadas, o sus bailes de salsa en cadena 
nacional mientras sus bandas criminales llenan de sangre las calles de 
Venezuela, o simplemente salir a la calle y ver el estado de las vías 
terrestres, de los hospitales, de las escuelas, los anaqueles vacíos, el
 éxodo de valioso talento humano, la sobrecargada página de sucesos en 
los diarios, entre miles de flagelos más que usted no ha sido capaz de 
eliminar desde el poder.
Sr. Maduro, su incapacidad es tal, que 
con el precio del barril de petróleo y las reservas que tiene nuestro 
país, es para que los negocios con otros países se hicieran en 
Bolívares, pero bien sabemos que el único Bolívar fuerte que ha 
existido, murió hace más de ciento ochenta años y tristemente ha sido 
utilizado, y hasta sus restos profanados por simple capricho de uno de 
sus tantos amos.
No puedo dejar de señalarlo por la 
persecución y encarcelamiento de disidentes, que demuestra su 
incapacidad de enfrentarlos en el terreno público, en un debate de 
altura ante medios libres y democráticos, porque eso sería sacarlo de su
 terreno totalitario y nuevamente su incapacidad de superarlos lo 
dejaría en evidencia. Ahí está nuestro Alcalde Daniel Ceballos, preso 
por levantar su voz, que es la voz de más de las dos terceras partes de 
los sancristobalenses, pero usted no tiene la capacidad de entender el 
significado de una victoria electoral propia, visto en como muestra con 
orgullo donde el expresidente muerto ruega a la gente que le de su voto,
 y a pesar de ello, y de recurrir a las trampas del voto asistido y 
otras que no podemos afirmar, apenas le alcanzo para ganar mediocremente
 con un cincuenta por ciento.
Me gustaría creer que tiene la capacidad
 de entender que un padre hablando de comida no llena la barriga de sus 
hijos, ni un empresario hablando de productividad mejora la vida del 
obrero, o un Presidente hablando de paz no detiene las muertes por falta de ella, son las acciones las que logran los cambios.
 Tampoco pretendo hacerlo entrar en razón con esta carta, porque con la 
debacle económica, social y política que vivimos, el hecho de escucharlo
 decir que todo está bien, habla de su falta de razón, y de capacidad. 
Lo que pretendo es hacerle llegar mi sentimiento que aunque sé es 
compartido por muchos, para un gobernante debería ser motivo de 
preocupación que al menos uno de los ciudadanos no reconozca su gestión 
por sus incitaciones a violar los derechos fundamentales de la 
población, por disfrutar la lucha a muerte del pueblo con sus propios 
familiares, por hacerse la vista gorda ante esta brutal carnicería que 
se vive en las calles. Tiene usted todavía la oportunidad de recapacitar
 y reivindicarse ante la historia, transparentando las manchas dejadas 
por su régimen permitiendo una investigación a todos los hechos de 
corrupción y pagando con justicia sincera lo que se dicte, o si bien 
prefiere, siga usted tomando las decisiones que crea convenientes, o 
peor aún, cumpla las órdenes de otros entes de los que no se sienta 
capaz de contradecir, que la propia historia y la justicia divina se 
encargarán de devolver la verdadera paz a Venezuela.
Fuente: http://elpandaviral.com/carta-de-un-venezolano-arrecho/

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